domingo, 18 de enero de 2009

AÑO JUBILAR DE SAN PABLO


“DE LA MANO DE
SAN PABLO…”

La Palabra de Dios es la fuente primera,
básica e insustituible de la oración. La oración
es la respiración del alma, ha afirmado el Papa
Benedicto XVI. La oración no es tiempo perdi-
do, sino tiempo precioso. La oración -escribió
Tagore- es el cerrojo de la tarde y la llave de la
mañana.
"La oración - definió Santa Teresa de
Jesús- es tratar de amistad, con quien sabe-
mos nos ama". La oración es coloquio y con-
templación de amor: "Me mira y le miro", que
dijera el Santo Cura de Ars
Y reza confiado, por ejemplo, en la hora del alba:
“He venido a ti para que me toques con Tu mano an-
tes de comenzar yo mi día. ¡ Descansa un momento
tus ojos en mis ojos; déjame que me lleve a mi traba-
jo la certeza de tu amistad, Amigo mío! ¡ Llena mis
pensamientos de tu música, para que me dure en todo
el desierto del ruido! ¡Qué el sol de tu amor bese las
cimas de mis pensamientos y se atarde en el valle de
mi vida, donde esté granando mi cosecha! (R. Tago-
re)
Pequeños consejos para la oración:

ESCUCHA: Calla y escucha: el cielo emite día y
noche.
ESCUCHA BIEN: No ores para que Dios realice
tus planes, sino que para descubras e interpretes los pla-
nes de Dios.
PIDE: Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad
es la oración.
PIDE BIEN: Hazlo atento, humilde, confiado, in-
siste, unido a Cristo. "Pedid y recibiréis", dijo el Señor.
REZA DE CORAZÓN: ¿No sabes qué decirle a
Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas ve-
ces. Y solas. Con confianza, con infinita confianza por-
que El es tu Padre
CALLA: No conviertas tu oración en un monólogo.
Harías a Dios autor de tus propios pensamientos
SÉ TU MISMO: no seas ni engreído ni falsamente
humilde. Reza como el publicano no como el fariseo.
ESTÁ: No te agobies por las distracciones involun-
tarias. Descuida: Dios, como el sol, broncea con solo
ponerse delante.
LEE: Si alguna vez piensas, cuando hablas con
Dios, El nos responde, con la Biblia. Es su Palabra. Pa-
labra de vida eterna, Palabra que hoy y aquí te habla a ti.
VIVE: No hables nunca de ratos de oración: ten
“vida de oración”.

El logotipo oficial del Año Paulino

El Año Paulino, que se vertebra en cinco grandes dimensiones –formativa para redescubrir la importancia de la Palabra de Dios y de San Pablo, uno de sus autores; las peregrinaciones; el ecumenismo; la celebrativa, lucrada con indulgencia plenaria; y la cultural- cuenta un significativo logotipo. El logotipo oficial del Año Paulino muestra los símbolos que identifican a San Pablo en la historia del arte. El logotipo está rodeado unas cadenas.

La cadena evoca el tiempo de la prisión de trabajos y de los duros trabajos realizados por él en la predicación del Evangelio. Además esta cadena, integrada por nueve eslabones, se conserva como reliquia en la basílica de San Pablo Extramuros.

La espada representa la fuerza y el vigor del mensaje de San Pablo como fiel soldado y heraldo de Jesucristo, y martirizado también mediante una espada.

El libro abierto recuerda el contenido de las Cartas que el Apóstol dirigió a las comunidades por él evangelizadas y a algunos discípulos suyos.

La cruz alude al mensaje central de Pablo, el apóstol de las gentes y el apóstol de la cruz: la redención realizada por Cristo.

La llama de fuego expresa la caridad, la misericordia y la pasión que Pablo puso al transmitir con ardor siempre vivo la Buena Nueva, el Evangelio de Dios.

Oración a San Pablo del beato Alberione

San Pablo, maestro de los pueblos,

mira con simpatía y amor

a esta Iglesia nuestra y a todos sus miembros.

Tu corazón se dilató para acoger a todos

y estrecharlos en un abrazo de paz.

Que ahora, desde el cielo,

el amor de Cristo te impulse a iluminar

a todos los hombres con la luz del Evangelio

y a implantar su Reino de Amor.

Suscita nuevas vocaciones

al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada,

conforta a cuentos trabajan por el Evangelio,

y haz que todos los corazones sean dóciles a Jesús Maestro.

Que nuestro mundo descubra cada vez más

a Cristo, camino, verdad y vida;

que brille la luz de la fe

y venga a nosotros el Reino de Dios y su justicia.

Apóstol santo:

ilumínanos, fortalécenos y bendícenos. Amen.